El calor o el sol intenso sobre nuestro cuerpo provoca deshidratación constante y origina la sed que intentamos paliar tomando bebidas azucaradas o carbonatadas, perjudiciales para los dientes.
Si tu boca se deshidrata se vuelve más propensa a infectarse e inflamarse porque se segrega menos saliva, provocando la sensación de “boca seca”, que causa problemas para tragar, hablar, comer, llevar prótesis dentarias o, incluso, puede producir dolor, irritación o quemazón de la lengua. Por lo tanto es absolutamente necesario beber más agua que de costumbre en esta época.
La saliva es esencial en la defensa frente a la caries, ya que diluye y elimina los azúcares, mantiene constante el PH de la boca y aporta el calcio y fosfato necesarios para “remineralizar” el esmalte.